Los inconsecuentes que hablan de Óscar López Rivera

Oscar López Rivera en prisión en Estados Unidos
Oscar López Rivera, preso político puertorriqueño, 36 años en prisión en Estados Unidos.

Increíble, aunque no sorprende, ver repetidos los personajes inconsecuentes, esos conservadores que hablan con facilidad de meter gente presa y dejarlos podrir en la cárcel; sin medida, con desproporción, avalando el trato cruel inconstitucional, sonando como Herodes negando la humanidad del ser humano y su derecho a la vida, a menos que se trate de uno de los suyos.

Son esos o esas hipócritas, como los que vitorearon la crucifixión de Jesús, que lo harían hoy de nuevo por subversivo, radical, tener liderato y tratar de enseñarles a pensar. Esa gente que no acepta la conmutación de la sentencia del preso político puertorriqueño Oscar López Rivera.

Trillado, lo sé, pero cierto es que el terrorista de uno es el combatiente por la libertad de otro, más no entienden esa dualidad, aunque se la explique George Washington. No, si es que hay que tener un Ejército Continental y ganar una guerra de independencia con dinero de Francia para al fin perder la etiqueta de subversivo.

Con igual facilidad admiran jefes de estado y figuras históricas sin entender su vida y su contexto.

Me recuerdan cuando muchos admiraban a Menachem Begin, ex primer ministro de Israel, gran estratega, Nobel de la Paz, sin entender que llegó ahí porque empezó dirigiendo una revuelta para sacar los británicos de Palestina y por lo cual fue prófugo buscado vivo o muerto por atentados explosivos y muertes, y por ser líder nacionalista radical (posteriormente denunciado como derechista por Albert Einstein y otras figuras).

Begin reivindicó su imagen al firmar el histórico acuerdo de paz por el cual recibió el Nobel en 1978 junto al presidente Anwar Sadat, otra figura que de joven dirigió un golpe militar que lanzó la Revolución de Egipto de 1952.

José Martí, figura universal, pero no solo por la poesía. Desde joven fue independentista y por escribir una carta a un amigo fue acusado de traición y condenado a seis años de prisión y luego al destierro. Tras regresar a Cuba con título de abogado y licenciado en filosofía y letras se dedicó a fraguar conspiraciones contra España y tratar de evitar la expansión de Estados Unidos en las Antillas.

Como líder indiscutible, Martí forjó alianzas y un ejército y consiguió apoyo en el extranjero para la Guerra de Independencia, en la cual murió combatiendo. Por eso es el Padre de la Patria.

Esa gente niega las razones para liberar a Oscar López Rivera y dicen que es ofensivo compararlo a la figura intocable de Nelson Mandela, algo que otros han elaborado, varias veces antes. Pero, por miopes no saben que ambos coinciden en ser anti colonialistas. Además, como siempre, menosprecian al puertorriqueño que lleva 36 años en prisión por una sentencia desproporcionada para un delito eminentemente político, similar al del líder sudafricano que fue hasta hace unos años el preso político que más tiempo estuvo en la cárcel (27 años). Quizá no hablarían así si Mandela no hubiera llegado al poder.

Mandela era un líder mucho antes de ser presidente. Su partido, el African National Congress o ANC, no solo luchaba contra la segregación racial, también luchaba contra el gobierno de la minoría blanca nacionalista y el poder colonial británico. Fundaron un brazo de lucha armada para combatir su represión oficial.

En múltiples arrestos a Mandela le acusaron de actos sediciosos y en uno lo juzgaron, aunque sin éxito, por traición, tratando de destruir su movimiento.

Manifestación de mujeres en apoyo a Nelson Mandela
Manifestación de mujeres en apoyo a Nelson Mandela frente al tribunal en Pretoria tras el veredicto condenatorio a los ocho hombres acusados en el juicio de Rivonia. 16 de junio de 1964. Foto: Getty Images.

Finalmente, en 1964, junto con otros hombres fue sentenciado a una vida en prisión por conspiración, sabotaje y traición. Muchos fueron asesinados y desaparecidos en los años del Apartheid.

Oscar, como Mandela, recibió una sentencia desproporcionada a pesar de que no fueron convictos por cometer actos de violencia. Ambos fueron sometidos a años en solitaria y tratos más humillantes que cualquier confinado.

Mandela salió de prisión (1990) por la campaña de presión internacional – con Cuba consistente a la cabeza – y por la incesante lucha de los sudafricanos que hizo temer al presidente F.W. de Klerk una guerra civil racial. Así lo sacó de prisión para negociar el fin del apartheid y las elecciones, que ganó el ANC y hoy día es la principal fuerza política.

Nelson Mandela en Cuba y Fidel Castro

La historia es más larga y complicada, pero dejando a un lado las diferencias, vuelvo al concepto universal de combatiente por la libertad.

Al salir de la cárcel, Mandela no solo no claudicó, sino que reiteró su compromiso y con serenidad y firmeza expuso sus condiciones.

Our economy – our economy lies in ruins and our people are embroiled in political strife. Our resort to the armed struggle in 1960 with the formation of the military wing of the A.N.C., Umkonto We Sizwe, was a purely defensive action against the violence of apartheid.

The factors which necessitated the armed struggle still exist today. We have no option but to continue. We express the hope that a climate conducive to a negotiated settlement would be created soon so that there may no longer be the need for the armed struggle.

I am a loyal and disciplined member of the African National Congress. I am, therefore, in full agreement with all of its objectives, strategies and tactics.

Transcript of Mandela’s Speech at Cape Town City Hall: ‘Africa It Is Ours!’, The New York Times, February 12, 1990

Esa no es la imagen hollywoodense que gente inconsecuente preferiría no estudiar, pero sí la que explica cómo llegó a ser el «Padre de la Nación». No fue en un escaño peleando por un barril de tocino ni organizando un partido de fútbol, sino combatiendo, nunca doblegado, consecuente, líder ideológico y líder moral de una nación de 53 millones de habitantes. Con ese apoyo, y sin duda el reconocimiento de de Klerk, vivió para negociar una salida pacífica al conflicto.

Díganme entonces si quienes hoy hablan sin pensar hubieran vivido entonces, si no hubieran dejado a Mandela morir en la cárcel, choteado a Begin para que lo acribillaran en la calle y nunca hubieran dejado a Martí regresar a Cuba; dejando a los cubanos sin su independencia, a Israel y Egipto sin firmar la paz y todavía existiría la segregación racial en Sudáfrica.

Gente así, pudiendo ser parte de algo significativo, prefieren dejar pasar el carro de la historia y esta vez les pasó por encima.